viernes, 25 de enero de 2008

volando angustiado

Hay dos cosas que a mí me producen angustia de volar:
  1. No llegar a tiempo al aeropuerto

  2. Cuando llegue a algún país extranjero que no me dejen entrar.

Para solucionar el problema número uno normalmente llegó demasiado temprano a los aeropuertos, onda dos horas antes o incluso más. Recuerdo una vez llegar tres horas antes al aeropuerto de Stuttgart porqué el siguiente camión desde Tuebingen “solo” llegaba una hora y media antes.

Para solucionar el problema número dos verifico constantemente mi pasaporte y me regordeo en los sellitos que han dejado a su paso los agentes de inmigración: Son pequeñas victorias que han vencido esa fobia -eso es, un miedo infundado.

Las angustias estas vienen a colación porqué la última vez que volé de México a las Europas ambas “fobias” jugaron un rol.


Llegué al aeropuerto Benito Juárez con harta antelación después de ua rica plática con un ruletero albureador y conocedor de la vida de la ciudá y de sus habitantes. Y pues el vuelo de conexión a Chicago estaba una hora retrasado lo que no me hubiera permitido tomar el vuelo de Chicago a Londres porqué solo tenía dos horas para transbordar.

Tons que me ofrecen volar con Mexicana, y pues ahí voy: cambio el boleto y toda la cosa para poder regresar. Y pues ahí estaba con hora y media y mi maleta de mano en mis manos. Sé que es una tontería pero ya ven que en el aeropuerto desde donde vuela mexicana es realmente un caos terrible porque no hay espacio para sentarse y nadie sabe desde que puerta sale su avión hasta media hora antes del despegue. Bueno, entonces estaba sentado en el suelo y que veo a Andrea Etcheverrí sentada en el pasillo, si si, la de florecita rockera, con chamaca y toda la cosa.

Tons esperaba abordar este vuelo a Chicago y que me paniqueo porque el boletito del equipaje decía que lo tenía que recoger en Chicago y anteriormente aunque hiciera escala en EUA el boletito del equipaje decía el destino final. Y pues ahí voy y me uno a la marabunta confundida por el pequeño aeropuerto.

Nah, el chiste es que me subí al avión con el corazón en la garganta pensando que perdería mis maletas en alguna parte de uno de los monstruosos aeropuertos gringos. Aterrizamos y pues que pregunto a la banda que que horas son y pues chale, el avión llego una hora tarde. Quedaba una hora para transbordar, y tenía que pasar inmigración, recoger mis maletas, pasar por aduana y luego re-registrarlas.

Después de mi etsperiencia de esperar hora y media en Washington para pasar inmigración venía algo desilusionado y preocupado que haría sí perdía el avión cuando pase rapídisimo. Luego a esperar las málditas maletitas. Tic tac tic tac. Ahí están las agarró y vamonos de volada a entregar la papelita de aduana, y que chaz, que me detienen y me dicen que tengo que ir a que me revisen las maletas porque faltaba un sellito, y pues bueno, no me hicieron muchas preguntas pero si me preguntaron quién fue el agente -para regañarlo supongo yo.

Ahora era cosa de re registrar las maletiux. Y pues bueno, había dos dos gente en esa onda y le pregunte a un maletero de United y me dijo que nel, que seguramente no aceptarían mis maletas porque era muy tarde, pero que la intentara a la brava, con las tres maletas de mano a la mano.

Salí como rayo al trenecito cambiador de terminales, para luego llegar a seguridad. Sabía que “únicamente” tenía un artículo prohibido: un tequila. A la goma con el tequila, se lo regalé a la chavaque estaba ordenando la fila para pasar el escaneador de metales y que me dejan pasar rápidamente, empecé a correr para llegar barriendo a tercera y de ahí caminando a home.

En ese rol escuché un buen de rolas, ahorita escucho al Mono Capuchino.