sábado, 19 de mayo de 2007

Londres

Hoy hace dos meses me mudé a los iuqueis. No había salido del municipio de Cambridge hasta la semana pasada. Primero fuí a recoger a Elma al Aeropuerto de Stansted. Como siempre llegué temprano a la cita, nada típico de un latino. Hacía casí dos meses que no nos veíamos y aunque las personas no cambiamos mucho en tan, relativamente, poco tiempo, me preguntaba sí la podría reconocer entre la multitud y en el momento que la reconocí recordé el segundo enunciado de mi tesis de maestría: “You look for her in the train station and by glancing at her face for an instant, you recognize her among the multitude.”

Tomamos el camión rumbo a Londres, entre el asombro de vernos y vernos en una ciudad nueva, de hecho nada más para mí, se nos paso la parada que nos dejaba mejor, pero no hubo pedo. Bajamos en Oxford St, una de las avenidas oficiales para el shoping. Como no paraba de llover perros y gatos agilmente compramos un paraguas bara bara y empezamos a darle al patín para llegar al hostal. Hartos de la lluvia decidimos intentar ír en metro a nuestro destino, pero nos dolió el codo y con harta razón: 4 libras por un viaje. Neta, 80 varos por viajar en metro. Después de ricamente perdernos durante dos horas y media en la lluvia londinense llegamos a puerto seco y seguro.

En la noche queríamos ir por unas chelas-reven. La banda de por acá había recomendado dar el rol por Camden, así que allá juímos. Una chela en un bar con un DJ a quién nadie lo pelaba pero se la pasaba muy bien pinchando discos y scratcheando, juímos en búsqueda de monchis. Encontramos un chino abierto, pero el monchis taba más bien chafón, pero llenador y accesible. En el camino vimos un par de bares con conciertos ocurriendo en el momento –más o menos las 10 y media- y allá nos dirigimos con el estómago contento después de saber que al destino final original a donde queríamos ir irrealmente tocaba Prince. Llegamos cuando la banda estaba empacando sus instrumentos, ni pedo, pero al menos nos alcanzó para tomarnos otra chelita en el bar antes de que nos corrieran a las doce -chaaaaale. Dimos un poco más el rol para ver sí había algún otro lugar abierto, nos topamos con un bar brasileiro donde tocaba Manú Chao. Estaba a gusto el bar, pero no mames, nomás llevé las caipiriñas a donde estábamos sentados que apagan la música y pus que nos empiezan a correr no muy amablemente después de como quince minutitos de rica plática. Afortunadamente no se nos metió la necia, y regresamos.

Al otro día turisteamos en Lóndres, para ello compramos un pase de todo el día para los famosísimos double-deckers rojos por menos de lo que cuesta un boleto del metro londinense. Nothing Hill, Buckingham Palace, parquecitos y cafecitos, todo bien chido la neta. Aunque eso si, nada de clima rico: lluvia y lluvia y lluvia. Y ¡Ah! No mames, el edificio del parlamento esta poca madre, neta. Al lado esta la abadía de Westminster, que también esta bien linda por afuera, pero chale, por dos boletos de metro puedes entrar y la verdad he visto muchísimas iglesias en mi vida y no pienso pagar demasiado para entrar a otra. Y ¡uh! También dimos el rol por Picadilly Circus. La neta yo tenía ganas de ver teatro o algún chou, y Elma de ver Dirty Dancing. Pero nos la peluqueamos porque no había boletos disponibles, so, dimos el rol. Empezamos a tratar de ír a recoger las maletas pa lanzarnos a Cambridge y de alguna manera terminamos en Soho. A no mames, era viernes por la tarde y la banda estaba en el drinks after work, ¡pero! Los pubs estaban a tope así que la banda compraba sus pints, abría sus paraguas y a chelear en la lluvia. Super bizarro... pero chido, como andabamos perdidos/mojados nos unimos a algo que solo me imaginaría que podría pasar en Inglaterra: tomar una chela con la izquierda y el paraguas en la derecha. Así como recuerdo saque la uña y me trajé de recuerdito el vaso de la pint mientras un alemán que estaba a nuestro lado me gritaba: “Don’t steal the glass!”

Y aquí estoy, tomando Naturtrübes apfelsaft en mi vaso chelero mientras escucho a The Misfits ¡Chido chido!

lunes, 7 de mayo de 2007

Jardin Central

Ha sido un rato desde la última vez que escribí. Por un lado no se me ocurría nada bueno solo se me ocurrían temas tipo “les cuento sobre el barbiquiu” y la neta que hueva. Y también me dí a la tarea de leer en vez de escribir, todavía no termino de leer “La insoportable levedad del ser”, pero estoy más o menos picadón. Además de que me da hueva luchar con el monitor de mi compu. Les cuento primero sobre el monitor.

Como a los dos días que llegue a Tübingen acomodé mi compu en la sala donde esta la mesa de billar y la conexión a internerd. Y pues no sé como pero alguien fue capaz de pisar la compu y romper una partecita del monitor, que como nadie fue responsable: “fue el gato” , y no la he arreglado –ní lo creo dado el costo- se ha extendido como una viuda negra en el monitor. Entonces es como incómodo escribir en casa cuando veo lo que escribo a través de las patas de la araña. En fin, que quejinche...

La razón por la que por fin me animé a escribir es que estaba cortando el pasto del jardín de la casa y me acordé que por un tiempo quería ser campesino, y por otro tiempo jardinero. En su momento pensé que me aburriría rápidamente de mi profesión, supongo que soy jardinero amateur, de fin de semana. Y no, no es por eso que jugara beis como jardinero –era porque no tengo buen tino.


Pero me sigue latiendo la onda de tener un jardincito,y cuidar de él, sentarme en el pasto recién cortado y oler la tierra fresca (lo sé, lo sé, sonó super cursi). Como que también es bien relajante, como que mi mente se va a algún lugar chido liro. Como que también me evoca hartos recuerdos y una que otra idea para cocinar.

Por ejemplo, en el famosísino Winkelrain teníamos un WG-sitzung, una larga asamblea donde teníamos que estar presentes todos y repasábamos acciones para mejorar la calidad de vida de la casa. Un punto siempre mencionado y largamente discutido era el calendario de limpieza que rotaba cada semana. Había siete acciones y dos semanas de vacaciones. Pero como que sobraba una y eran más bien tres de vacaciones, vaya, en mi deseo latente de ser jardinero proponía el cuidado del jardín semanal durante el Verano, que es enoooorme y lo podábamos una vez cada dos meses. Nunca me pelaron, pero bien que hicimos hartas parrilladas en el Verano y este Verano también pinta chido.