Lo chido de que en la mayoría del tiempo que he estado por aquí el clima ha sido más bien nublado y con poco sol es que las más de las veces que se asoma el sol y como que empieza a calentar solo me quedan ganas de andar afuera.
El fin pasado organizamos una parrillada tranquila en el parque que esta cruzando el río, el Jesus Green. Un cuate no pudo venir porque me dijo que fue a la playa. Como quedé intrigado le pregunté a cual playa y así, y me platicó de unas playas en Norfolk, al norte de Cambridge y que de hecho se pudo meter a nadar. ¿Nadar en Inglaterra? Si, si se puede nadar en la isla como lo comprobamos Elma y yo ayer.
Ellos fueron en auto, pero a falta de auto nos llevamos las biclas para movernos después de que acercarnos por tren a Kings Lynn. Acá, ya saben, los ñoños nos pusimos a ver en Google Earth el paisaje a los alrededores de nuestra estación de partida y nos encontramos con este extraño crater de un ¿meteorito? que ven aquí abajito. Según nostros llegaríamos en media hora estar en la playa, pero después de informarnos un poco de donde sí se podía meter uno a nadar y así, nos fuímos por una ruta ciclista -que no son tantas como en Alemania- que combina tramos por carretera y otros que son “exclusivos” para biclas.
En el trayecto hacia el sol, mar y arena nos topamos con muchos pueblitos pero también con un lugar que se llama Sandringham. A la mitad de uno de los super escasos bosques que quedan en esta isla, la familia real construyó no se cuando una casa de campo, con jardines y así, ya saben, supongo que para escapar de fin de semana del bullicio londinense. Claro que una propiedad real debe de ser de dimensiones “reales”, así que es un lugar increíblemente grande. Supongo que ya no van de vacaciones o de fin de semana por que ahora es un lugar visitado por multitudes de gente que paga la no despreciable cantidad de 9 libras (180 varos) para pasearse en el jardín y visitar la mansión que con el dinero de sus bolsillos -o de sus padres, o abuelos, o bisabuelos o tatarabuelos- la familia real construyó. Digo, es una de esas injusticas que no termino por aceptar de las monarquías parlamentarias o no.
Después de un buen rato, algo así como dos horas en baika empezamos a llegar a la playa. Ya merito estabamos ahí y me sorpendió la cantidad de casas-trailers que había. Filas y columnas de estos contenedores de personas más o menos perfectamente alineadas llena de familias británicas en el proceso de convertir su blanca piel en piel rojo-camarón. Llegamos a la tierra prometida y tuve que aguzar la vista para ver en el horizonte donde coños estaba el agua. ¿Estábamos en la playa? Si, pero el mar se había retirado y regresaría lentamente en el transcurso de nuestra corta estancía para saludarnos. Es bien interesante ver como la playa se extiende muchos cientos de metros hacia el mar y como super lentamente el mar le va ganando terreno a la tierra firme para luego rendirse y repetir el ciclo indefinidamente. Aunque había mucha banda “nadando” en el mar, la verdad el agua estaba re-fría, pero fue muy muy rico volver a tocar el agua del mar después de harto tiempo. Una nueva agua por cierto, la del Mar del Norte.
¡Espero luego poder subir un par de fotos!