viernes, 9 de octubre de 2009

nueva etiqueta

Con Octubre llego el principio de mi doctorado como miembro de la Universidad. En cualquier otra universidad solo tendría que registrarme y atender un par de clases de inducción, pero en Cambridge (y en Oxford) las cosas son un poco diferentes. Hay que también ser miembro de un colegio.
El sistema es un poco complicado, pero para efectos prácticos y en el caso de gente quienes empezamos un curso de grado un colegio es el punto de contacto con la Universidad en términos administrativos. Pero como esta universidad es harto antigua, con más de 800 años, hay además varias tradiciones que no han cambiado demasiado -o aunque sean modernizadas siguen siendo anticuadas. Ayer tuve la fortuna, aunque no lo creía antes de que empezara, de participar en una: matriculación.
Escondidas en mi mochila estaban mis ropas oficiales para la matriculación: traje negro, camisa y corbata y toga. ¡Ah la toga! Fuí en bici al colegio, y me pusé la toga para el evento. Nos reunimos en la capilla del colegio, ya me imaginaba que tendríamos que superar una misa o algo por el estilo, pero no fue tan malo. Nos acomodamos en las bancas que alinean la pictoresca pero a la vez parca capilla. El piano sonaba y pasamos en harto orden a firmar nuestra matriculación, creo que todos estabamos nerviosos, yo estaba también un poco asqueado con la tremenda alitosis del tipo que estaba a mi lado que no paraba de hablar (es decir de abrir la boca).
Después de que todos firmaramos, pasamos a la sala de la casa del director del colegio. Una pequeña mansión en medio del colegio llena de lujo y pinturas de pasados directores. Me imagino que también llena de viejos pasadizos para llegar a cualquier lado sin ser descubierto. Empezaba a hacer hambre y llegó la hora de la cena. Y allá íbamos, vestidos muy formalmente entramos al comedor. No es fácil describirlo. Los techos son altos y decorados con muchas "portalisas" (como florecitas), amplísimos ventanales, en las paredes colgaban pinturas de viejos directores y al centro otra de la fundadora del colegio, que no parecía que estuviera muy cómoda en su vestido del S. XVI. Empezó la cena y a pesar de que el "docente" que estaba a mi lado hablaba tan quedito que sentía que tenía que meter mis orejas en su boca para decifrar que es lo que quería decírme la pasé muy bien. Comimos re que te bien, pastelitos de pescado, sopa de camote (¡re rica!) y roast beef que de hecho sabía a algo. También pude conocer a nuevos compañeros de colegio, venimos de varios lugares del mundo y siento que todos estamos emocionados de nuestra nueva etiqueta: estudiante de posgrado.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Vientos, Rayo.

Ojalá tengas fotos tuyas usando la toga y demás atuendo.

Espero te vaya rebien ahora que empiezas formalmente el doctorado.

rbm dijo...

n'hombre, no hay fotos, y sí las hubiera estarían destinadas a un escóndite donde nadie nadie las pueda ver.

Ol dijo...

POn fotos!!!!! Está súper bueno tu relato. Ni en Princeton es así de mamón. Sólo la graduación pero la matriculación sólo te dam regalitos y si quieres puedes ir a un brindis al museo de arte. Cuando fuimos vimos a John Nash (el guey del beautiful mind)