La caminata de la estación de tren de Scheesel al área de acampado del Hurricane fue pesada cargando la tienda de campaña, los sacos para dormir y la colchoneta inflable. En la dirección opuesta, camino al pueblo, la gente empujaba los carritos que le robaron a su hermano pequeño para poder cargar las cervezas de regreso al campamento.
Una vez que nos dieron nuestros brazaletes, nos dirigimos a encontrar un lugar a donde acampar en el campo donde hacía no más de una semana había trigo. El campo se hacía más grande y más lleno cargando lo que cargabamos cada paso más pesado, pero no tardamos demasiado en encontrar un lugar "tranquilo" y lejos de los baños o las cerca que funcionarían como urinal durante el resto del fin de semana.
Empezaba a llover y el festival empezaría hasta el día de mañana. Horas de guardar y aguardar en las recién adquiridas cuatro paredes y techo. Moncheando salchichas que pensabamos alemanas pero resultaron "sausicon", leyendo y planeando las tardes de los próximos tres días el mal tiempo paso rápidamente.
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