¡Ah! si, las bicicletas. Acabó de releer mi intención de comprarme una bicla cuando llegué a Tü. Nope. Nunca me compré una, pero tuve dos. Una que me regalarón en Frankfurt, me costó 6 euros transportar y que después de 15 minutos 15 valió madres y se quedó arrumbada en mi cuarto. Otra que también me regalarón y que valió madres 15 minutos 15 en también valer madres. Todas mis intenciones de arreglar alguna por mí cuenta no siriveron. Así que Tü no fue tan cletero, como caminero.
Pero pus también este es pueblo bici-cletero (Mexikanischspracheführer :-) ), y también pienso comprarme una bicla. Usada, robada, de donde venga mientras este bara bara. Porque eso sí, dicen que Cambridge es la “ciudad” más segura de Inglaterra, menos pa´ las biclas, y pus me ardería años que me robarán una bicla chida que me salió en un ojo de la cara.
Mientras arriba el salario, el Shunsuke, un postdoc del lab que es bieeeen chido, me prestó una de sus 3 biclas 3. Es de carreras y tiene una onda bien rara: la estrella no gira independientemente de la rueda trasera. Ahora bien, el tráfico va por la izquierda de las calles y pus la neta me daba culo andar en bicla y más con esta cleta experimental, pero pus me aventé al ruedo y después de un par de días le voy agarrando el pedo a esto del tráfico iuqueiano. Casí todas las calles tienen marcado un caminito para biclas, y pus hay precedencia –verga, ¿existe la palabra precedencia?- sobre los automotores. Son como 10 minutos al lab, pero el pedo es que hay una bajadita. Y ese es el pedo de la bicla pedalera rara: con harta velocidad pierdo el ritmo de pedaleo, tengo que subir las patotas, hacerme bolita sobre la bicla y frenar pa poder subirme a los pedales de nuevo –recordemos que la bicla es pequeña- así que parezco, después de 10 años de no parecerlo, oso en dos ruedas. Oso con incialmente dolor en el trasero, pero ya me siento mejor. Das heisst: noch knackiger Arsch! ¡Uiuuuuuu!
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